Muchas instructoras sienten que el Yoga puede ayudar a quienes viven con ansiedad, pero no siempre saben cómo aplicarlo de forma segura. Si bien el Yoga ofrece herramientas valiosas, cuando se enseña sin conocimiento sobre salud mental o sin criterio terapéutico, algunas prácticas pueden ser contraproducentes.
En este artículo revisamos errores comunes al aplicar Yoga en contextos de ansiedad y compartimos orientaciones concretas para acompañar con responsabilidad desde la Yogaterapia con enfoque en salud mental.
La ansiedad no es solo nerviosismo. Puede incluir síntomas físicos como opresión en el pecho, hipervigilancia, rigidez corporal, pensamientos repetitivos y dificultad para estar en el presente. Cuando el sistema nervioso está en estado de alerta, aplicar técnicas que exigen introspección profunda, hiperactivación o control rígido del cuerpo puede aumentar la desregulación.
En Yogaterapia con enfoque en salud mental, no se trata de aplicar “lo que siempre funciona”, sino de observar lo que cada persona necesita, y ofrecer una práctica que acompañe en vez de exigir.
Ejemplo común: usar técnicas como Bhastrika o Kapalabhati en personas con ansiedad.
Estas respiraciones, si bien son tradicionales, pueden generar hiperventilación y pueden intensificar síntomas como mareo, despersonalización o taquicardia.
Qué hacer en su lugar:
· Prioriza la respiración baja, abdominal, sin retenciones ni ritmo forzado.
· Favorece exhalaciones largas y guiadas.
· Crea un entorno que no exija “hacer bien” la respiración, sino más bien permitirla.
Ejemplo común: guiar meditaciones prolongadas o silencios absolutos sin preparación previa.
El exceso de introspección y quietud puede generar desborde, sobre todo en personas con antecedentes de trauma o ansiedad elevada. La desconexión del entorno puede aumentar la sensación de inseguridad.
Qué hacer en su lugar:
· Comienza con prácticas que incluyan el entorno y ancladas al presente: atención al peso, al contacto con el suelo, o con objetos.
· Introduce breves pausas de autoobservación acompañadas por lenguaje claro y validante.
· Ofrece la opción de mantener los ojos abiertos o moverse si lo necesitan.
Ejemplo común: “Suelta todo lo que no necesitas”, “deja los pensamientos fuera”, “todo está bien”.
Estas frases pueden invalidar lo que una persona está sintiendo. Si alguien llega con un estado emocional desregulado, frases vagas o que omiten la complejidad del dolor pueden generar culpa, desconexión o más ansiedad.
Qué hacer en su lugar:
· Valida la experiencia con frases como “Puedes ir a tu ritmo”, “Si lo necesitas, detente”.
· Evita frases que den instrucciones generales o idealizadas.
· Recuerda que el lenguaje puede regular o activar: elige palabras que acompañen, no que impongan.
Muchas veces se espera que las personas estén “quietas” o mantengan una postura exacta durante toda la clase. Sin embargo, quienes viven con ansiedad pueden necesitar moverse, liberar tensión o hacer pequeños movimientos autorregulatorios (como stimming).
Qué hacer en su lugar:
· Permite ajustes espontáneos y micro-movimientos durante las posturas.
· Ofrece opciones explícitas: “Si lo necesitas, puedes balancearte, mover los dedos o cambiar de postura”.
· Fomenta un ambiente en el que la quietud no sea una obligación.
No todas las técnicas de Yoga son apropiadas en todos los contextos. La exigencia física, las prácticas de alto esfuerzo, las posturas invertidas, las retenciones de aire prolongadas pueden activar el sistema nervioso en vez de calmarlo.
Qué hacer en su lugar:
· Elige técnicas según el estado general de las practicantes.
· Evita prácticas de intensidad alta con principiantes.
· Planifica con base en un objetivo terapéutico claro.
La ansiedad muchas veces va de la mano con la sensación de no tener control. Promover la autonomía en clase es clave para devolver a la persona la capacidad de elegir.
Recomendaciones:
· Recuérdales que pueden hacer pausas, no realizar alguna parte de la clase, o adaptar las posturas.
· Evita corregir físicamente sin consentimiento.
· Ofrece siempre al menos una opción de adaptación y una alternativa más suave.
El Yoga puede ser una herramienta muy valiosa para acompañar la ansiedad, siempre que se aplique con un enfoque informado, ético y respetuoso del estado emocional de las personas.
Una clase no se vuelve terapéutica solo por ser suave. Es terapéutica cuando está pensada con intención, aplicada con criterio, y ofrecida en un entorno que cuida.
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