Estrés y sistema nervioso autónomo: lo que toda instructora de Yoga puede tener en cuenta

El estrés puede entenderse como una respuesta fisiológica y conductual ante una amenaza real o percibida. En su origen, esta respuesta cumple una función protectora. Sin embargo, cuando se sostiene en el tiempo —como sucede en el estrés crónico— podría influir negativamente en el bienestar general de las personas.

El estrés prolongado suele estar relacionado con desequilibrios como:

Ansiedad.

Insomnio.

Problemas digestivos.

Alteraciones hormonales.

Disfunciones del sistema inmunológico.

El sistema nervioso autónomo (SNA) regula funciones involuntarias del cuerpo como la respiración, la digestión, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Aunque algunos modelos incluyen tres ramas —simpática, parasimpática y entérica—, aquí se utilizará el modelo más conocido, que distingue dos:

Sistema simpático (SNS): activa el cuerpo ante situaciones percibidas como peligrosas, generando respuestas de lucha, huida o congelamiento.

Sistema parasimpático (SNP): favorece estados de calma, descanso y recuperación del equilibrio interno.

Cuando ambas ramas operan de forma dinámica y en equilibrio, el organismo puede adaptarse a los cambios y conservar su estabilidad. No obstante, si la activación simpática se prolonga en el tiempo, el cuerpo podría tener dificultades para recuperar energía y procesar emociones adecuadamente.

Una activación sostenida del sistema simpático puede estar acompañada de una liberación excesiva de cortisol. En algunas personas, esto podría asociarse con:

· Dificultades en la memoria y la concentración.
· Mayor susceptibilidad a enfermedades.
· Problemas digestivos.
· Alteraciones en los ciclos de sueño.
· Síntomas de ansiedad.

En contextos de enseñanza con enfoque terapéutico, adaptar las clases con criterio puede contribuir a generar espacios más sostenibles y respetuosos para quienes practican.

La Yogaterapia puede ser un medio útil para apoyar la regulación del sistema nervioso, siempre que se elijan las técnicas con sensibilidad y adecuación. En situaciones de estrés crónico, es preferible priorizar prácticas que inviten a la calma, como:

· Respiración abdominal consciente.
· Movimientos suaves y repetitivos.
· Ejercicios de propiocepción e interocepción.
· Escaneo corporal y relajación guiada.
· Clases con ritmo pausado y sin exigencia emocional.

Estas herramientas bien dirigidas pueden favorecer una mayor conexión interna y contribuir a la recuperación de energía física y emocional.

Al enseñar Yoga desde un enfoque terapéutico, es fundamental crear un espacio seguro —física y emocionalmente— donde cada persona se sienta acompañada, respetada y libre de exigencias innecesarias.

Algunas recomendaciones clave:

· Evita proponer posturas físicamente intensas si identificas signos de estrés elevado en el grupo. La exigencia corporal sin regulación emocional puede generar malestar.

· Regula el tono de voz y el ritmo de la clase para favorecer un ambiente tranquilo, donde las señales del cuerpo puedan ser escuchadas sin prisa.

· Sé cuidadosa al introducir prácticas de introspección profunda. Sin contención adecuada, estas técnicas pueden resultar abrumadoras.

· Fomenta la autonomía: cada practicante debe sentirse con la libertad de modificar, pausar o elegir no realizar una postura sin temor a ser juzgada.

Generar un espacio seguro implica mucho más que adaptar técnicas. Es también una actitud constante de escucha, respeto y presencia.

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