Yoga e Inteligencia Emocional: Un Camino Hacia el Autocuidado y la Autorregulación

En el corazón de la práctica de Yogaterapia, encontramos una herramienta para desarrollar inteligencia emocional, lo que es clave para nuestro bienestar y el de nuestras estudiantes: la autoobservación.

Como Instructoras de Yoga, sabemos que acompañar a nuestras alumnas en sus propios procesos emocionales requiere que primero exploremos nuestro propio mundo emocional.


La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones de manera efectiva. Nos ayuda a responder con compasión y a sostener un espacio seguro en nuestras clases, pero también nos invita a cultivar la humildad y el autocuidado, reconociendo que nosotras también estamos en un proceso constante de aprendizaje y sanación.

La conexión entre la emoción y el cuerpo

Desde la Yogaterapia, sabemos que las emociones no solo se viven en la mente; también se manifiestan en el cuerpo. El estrés, la tristeza o el miedo no solo se sienten, se expresan físicamente: un nudo en el estómago, los hombros tensos o la mandíbula apretada son reflejos de emociones que están buscando una vía de salida.


Las emociones son energía en movimiento, y parte de nuestro trabajo como instructoras es ayudar a nuestras estudiantes (y a nosotras mismas) a liberar esa energía de manera consciente, sin juzgarla ni reprimirla. Aquí es donde entra en juego la práctica del movimiento consciente.

Inteligencia emocional y autorregulación: herramientas desde la Yogaterapia

La práctica de Yogaterapia se convierte en una vía para cultivar la autoconciencia emocional. A través de posturas, respiración consciente y meditación, podemos observar nuestras emociones sin quedarnos atrapadas en ellas. Este proceso de observación sin juicio es fundamental para el desarrollo de la inteligencia emocional.


Cuando acompañamos a nuestras estudiantes, es importante recordar que no necesitamos tener todas las respuestas. El Yoga es un camino de autodescubrimiento continuo y, como instructoras, también estamos en ese proceso. No somos la fuente única de conocimiento, y está bien no tener todas las respuestas en cada momento. Nuestra labor es guiar con empatía y crear un espacio en el que cada persona pueda explorar sus propias emociones, su propio cuerpo y sus propios límites.

Práctica del mundo interno con movimiento consciente

A continuación, te compartimos una práctica sencilla que puedes adaptar a tu estilo y ritmo, para trabajar en la autorregulación emocional tanto en ti como en tus clases. Es un ejercicio de observación emocional y movimiento consciente, que integra la atención plena y la liberación física.

Práctica de Inteligencia Emocional y Movimiento Consciente

Inicio:
Nos sentamos o nos recostamos en una postura cómoda. Lo importante es sentirnos estables y relajadas.
Llevamos la atención a nuestro cuerpo, observando las sensaciones físicas que puedan estar presentes. ¿Hay alguna tensión o incomodidad? Observamos sin juicio y, si lo necesitamos, ajustamos la postura para mayor comodidad.


Observación de emociones:
Lentamente, llevamos la atención hacia nuestro mundo emocional. ¿Qué emociones están presentes en este momento? No tratamos de cambiarlas ni analizarlas, simplemente observamos con curiosidad. Quizás haya una emoción dominante o varias más sutiles. Si no sentimos nada específico, también está bien. Solo observamos.


Movimiento consciente breve:
Con suavidad, volvemos a enfocarnos en el cuerpo. Si hay alguna zona que sienta la necesidad de moverse, estirarse o relajarse, lo hacemos. Movemos el cuerpo como nos lo pida, soltando cualquier tensión. Nos damos unos segundos para este movimiento, luego volvemos a una postura cómoda.


Observación de pensamientos:
Ahora, llevamos la atención a los pensamientos. Como nubes que pasan por el cielo, los vemos venir y luego irse. No nos aferramos a ellos ni intentamos controlarlos. Solo los observamos y permitimos que fluyan.


Movimiento consciente breve:
Nuevamente, volvemos al cuerpo y lo movemos como lo necesitemos. Quizás un estiramiento o un suave balanceo. Lo importante es que el movimiento sea intuitivo y nos ayude a liberar tensiones.


Comparación de emociones:
Volvemos a observar nuestro estado emocional. ¿Ha cambiado algo desde el inicio de la práctica? ¿Hay nuevas emociones presentes o alguna se ha transformado? Observamos sin juicio, solo notamos lo que está ocurriendo.


Cierre:
Para finalizar, tomamos un momento para agradecer este tiempo de autocuidado. Nos damos las gracias por dedicarnos este espacio de atención y presencia. Repetimos en voz alta tres veces: "Gracias, [tu nombre]. Gracias, [tu nombre]. Gracias, [tu nombre]."

Conclusión: Cuidando de nosotras mismas mientras cuidamos de nuestras estudiantes

La práctica de la inteligencia emocional no solo enriquece nuestra vida personal, sino que también nos convierte en instructoras más conscientes y presentes. Al aprender a regular nuestras emociones, podemos sostener mejor los procesos de nuestras estudiantes. Recuerda siempre que el autocuidado es esencial para que puedas seguir ofreciendo lo mejor de ti en cada clase.


Cuando reconocemos que no tenemos todas las respuestas y que está bien no ser perfectas, nos abrimos al aprendizaje continuo y nos liberamos del peso de la autoexigencia.


Niko :)

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