Planificación consciente y claridad de nicho: una guía para Instructoras de Yoga

Cada vez más instructoras de Yoga nos preguntamos cómo planificar nuestras clases con mayor claridad, especialmente cuando acompañamos procesos vinculados al estrés, la ansiedad o el malestar emocional sostenido.

Algunas llevamos años de experiencia docente; otras estamos comenzando nuestro camino. Pero en ambos casos, hay una pregunta clave que puede marcar la diferencia:

¿Para quién estoy planificando?

Esa pregunta nos lleva directo a un concepto que, aunque proviene del marketing, puede convertirse —desde nuestra experiencia— en una herramienta pedagógica profundamente valiosa: el nicho.

El nicho como recurso pedagógico

Aunque el concepto de nicho suele asociarse al ámbito comercial, también puede ayudarnos a tomar decisiones más claras, coherentes y sensibles. Desde nuestra mirada, el nicho no solo nos sirve para “vender” mejor nuestras clases, sino para enseñar con más sentido y más presencia.

Cuando sabemos con mayor precisión a quién acompañamos, se vuelve más sencillo:

  • Planificar clases acordes a las necesidades del grupo

  • Comunicar con claridad lo que ofrecemos

  • Convocar con coherencia a quienes resonarán con nuestra propuesta

  • Liberar la exigencia de adaptar la clase para muchas personas muy distintas

Incluso los enfoques amplios pueden volverse más claros al nombrarlos.
Por ejemplo, “Yoga para personas que nunca antes practicaron” también puede ser un nicho.

Planificar con claridad: empecemos por el “quién”

Planificar no es lo opuesto a fluir. Al contrario, planificar con conciencia permite que esa flexibilidad tenga dirección.

Una forma de comenzar es hacernos algunas preguntas para indagar:

  • ¿Quiénes son las personas que llegan a mis clases?

  • ¿Tienen algo en común?

  • ¿Qué tipo de práctica previa traen?

  • ¿Por qué eligen esta clase y no otra?

  • ¿Qué buscan, qué necesitan, qué comentan?

No es lo mismo planificar para una persona que llega porque le recomendaron el Yoga como apoyo para el estrés, que para alguien que llega por primera vez contigo pero tiene dos años de práctica en Hatha Yoga.


Podemos suponer que la primera quizás no conoce las asanas, y la segunda sí. Esa información ya orienta nuestras decisiones pedagógicas.

Si llevas tiempo dando clases…

Tal vez ya tienes un grupo consolidado. Aun así, te invitamos a observar con nuevos ojos:

  • ¿Qué tienen en común quienes asisten con regularidad?

  • ¿Qué tipo de prácticas prefieren o agradecen más?

  • ¿Qué te comentan al finalizar las sesiones?

Puedes incluso pedir retroalimentación directa:

  • ¿Por qué vienen a tu clase?

  • ¿Qué es lo que más valoran de tu espacio?

  • ¿Qué sienten que tu enseñanza les aporta?

A veces, lo que hace especial a nuestra clase está tan integrado en nosotras, que necesitamos una mirada externa para reconocerlo.

Si estás comenzando tu camino…

Tal vez aún no tienes un grupo definido. En ese caso, este momento puede ser una oportunidad para imaginar:

  • ¿Qué deseo compartir como docente?

  • ¿Qué temas me movilizan o me inspiran a acompañar?

  • ¿Con qué tipo de personas me sentiría cómoda y motivada trabajando?

Al responder estas preguntas, comienzas a perfilar tu posible nicho. Y desde ahí, planificar y comunicar tu propuesta se vuelve más claro, más coherente y significativo.

El nicho y la planificación: dos aliados para enseñar con sentido

Una clase de Yoga no se planifica solo desde la técnica. Se planifica desde las personas.


Cuanto más conocemos a quienes practican con nosotras, más ajustadas y cuidadosas pueden ser nuestras clases. Y es ahí donde el nicho puede ser una guía muy útil.

En marketing, el “nicho” se refiere a un segmento específico de personas con características comunes.


En pedagogía, podemos entenderlo como un grupo humano a quien realmente podemos servir con lo que sabemos, hacemos y somos.

Para identificarlo, podemos preguntarnos:

  • ¿Qué deseo enseñar?

  • ¿A quién puede servirle esto que quiero compartir?

  • ¿Qué tienen en común las personas que ya practican conmigo?

Reconocer el nicho no significa limitarnos.

Al contrario: nos permite profundizar en nuestra propuesta, conectar con quienes realmente se benefician de ella y planificar desde un lugar más claro, ético y cuidadoso.

Para ilustrar cómo estas ideas se traducen en la práctica docente, compartimos algunos ejemplos concretos de nichos posibles:

1. “Quiero acompañar la reducción de estrés en mujeres cuidadoras”

Aunque este grupo puede parecer acotado, sigue siendo amplio y puede ser muy útil acotarlo según tu experiencia personal, tu historia o tu sensibilidad profesional. Por ejemplo, cuando decimos “mujeres cuidadoras”,  ¿En qué “mujeres cuidadoras” estamos pensando?

“Quiero acompañar la reducción de estrés en mujeres cuidadoras que trabajan en ámbitos terapéuticos de alta demanda emocional”

“Quiero acompañar la reducción de estrés en mujeres cuidadoras que tienen a su cargo 3 o más niños y niñas”

“Quiero acompañar la reducción de estrés en mujeres cuidadoras que sostienen el hogar sin una red de apoyo”

 

Cada una de estas versiones, al hacerlas más específicas, te permitirá diseñar prácticas más pertinentes y crear una convocatoria más clara y honesta.

Vamos con otro ejemplo:

2. “Quiero ofrecer Yoga para personas con ansiedad diagnosticada”

Podrías precisar aún más:

  • “Quiero acompañar a personas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG), porque yo misma he atravesado ese proceso y sé cuán desafiante puede ser una práctica que invite a ‘calmarse’. Por eso, propongo un Yoga respetuoso, accesible y seguro para quienes viven ansiedad.”


    Si observas este ejemplo, se reconoce un nicho desde un anhelo personal que combina la biografía y propone empatía. No es la única forma de definir el nicho, pero es una opción más

    Vamos con el último ejemplo:

3. “Quiero trabajar con personas mayores”



Este grupo también puede delimitarse con mayor claridad:

  • “Quiero facilitar Yoga para personas mayores activas, que tengan autonomía física y mental, y deseen mantenerse saludables a través del movimiento. Yo también soy una persona mayor y me interesa compartir una práctica que acompañe la vitalidad sin exigir.”

Esto es muy distinto a facilitar clases a

“Quiero facilitar prácticas de Yoga a personas mayores que viven en residencias estatales, integrando mis conocimientos de Kinesiología con herramientas del Yoga, para contribuir a su bienestar físico y emocional. Me motiva especialmente acompañar a quienes se encuentran sin redes de apoyo ni vínculos familiares cercanos, y que muchas veces atraviesan situaciones de soledad y carencia afectiva”

Más claridad, más cuidado

Cuando sabemos con quién deseamos trabajar y qué deseamos compartir, nuestra enseñanza se vuelve más específica, más honesta y más transformadora.

Ya sea que estés comenzando o que lleves años en este camino, observar con atención a tu grupo —o imaginar con detalle a quién deseas acompañar— aporta a la planificación y, por ende, a nuestra mirada pedagógica.

Planificar no solo mejora nuestras clases: también nos cuida como docentes.

En síntesis

· La planificación puede comenzar preguntándonos: ¿a quién quiero acompañar?
· Incluso si recién comenzamos, imaginar a quién queremos llegar nos da dirección

· El concepto de nicho puede ser una herramienta pedagógica, no solo comercial

· Conocer las características y necesidades del grupo mejora la calidad de nuestras clases

· El nicho no nos encierra: nos permite profundizar, comunicar mejor y cuidar lo que compartimos

· Observar patrones, pedir retroalimentación y conectar con lo que nos inspira son formas concretas de reconocer el nicho y planificar con claridad y coherencia

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